lunes, 25 de enero de 2021

Tema 11 didáctica

¡Bienvenidos/as de nuevo! Hoy me gustaría tratar el tema 11 de la asignatura de Didáctica, que versa sobre los distintos tipos de evaluación, así como el uso de rúbricas como instrumento evaluador.

La evaluación es uno de los elementos cruciales del ámbito educativo. Así, podemos definir la evaluación como la recogida sistemática de datos para tomar decisiones dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, todavía a día de hoy, se sigue reduciendo en muchas ocasiones la evaluación al mero hecho de calificar, aunque la calificación solamente es una de los varios elementos que conforman la evaluación. A pesar de esto, con el tiempo se ha ido modificando la idea que se tiene de evaluación.

Dentro de la evaluación, podemos distinguir tres tipos. Primeramente, la evaluación inicial o diagnóstica, aquella que se hace a principio de curso para detectar la situación de partida del estudiantado. En mi opinión, esta evaluación es de vital importancia para poder ofrecer la propuesta educativa que mejor responda a sus necesidades y características. En segundo lugar, la evaluación formativamonitoriza el aprendizaje del alumnado para proporcionar feedback continuo y ayudar a localizar los puntos fuertes y débiles del alumnado, de modo que el profesorado pueda ajustar sus metodologías para su mejora. Finalmente, nos encontramos con la evaluación final o sumativa, que como su propio nombre indica, es la evaluación final del proceso de enseñanza-aprendizaje, en la que el profesorado califica al alumnado conforme a los resultados obtenidos durante el curso. Aquí os dejo una página que resume muy bien el concepto de evaluación y sus elementos.



De estos tres tipos, la evaluación formativa es la más importante, puesto que tiene como objetivo que el alumnado mejore en su proceso de aprendizaje, y para ello, es necesario conocer las necesidades de cada alumno. Desafortunadamente, como mencioné al principio, este sistema de evaluación todavía tiene amplio margen de mejora, ya que el sistema de evaluación por excelencia sigue siendo la evaluación final. Aunque es cierto que el trabajo de aula sí tiene un peso en la nota final, siempre es el examen lo que se lleva mayor porcentaje, aún a sabiendas de que un examen no determina el nivel de conocimiento del alumno sobre esa asignatura/tema concreto, y tampoco ofrece un feedback descriptivo que permita al alumno mejorar de cara a la próxima prueba. Es por esto que en clase estuvimos discutiendo las diferentes maneras de dar cuenta de los resultados. Destacamos como más ventajosas las reuniones, informes de progreso, listas de control y comentarios por escrito, ya que permiten al alumnado darse cuenta de sus errores y mejorar progresivamente.



Además, se nos presentó un experimento que llevó a cabo Ruth Butler en 1988, en el que a varias clases se les daba un tipo de feedback diferente: nota, comentarios y nota, y solamente comentarios. Efectivamente, aquel alumnado que recibió solamente comentarios, mejoró sus resultados posteriormente. Esto en parte se le puede atribuir al factor psicológico ya que nuestro sistema educativo gira en torno a calificaciones numéricas. Liberar al estudiantado de la carga que a veces supone ese número, deriva en que su rendimiento y motivación mejoren. Además, también discutimos en clase sobre la mejor manera de dar feedback. La docente nos introdujo su manera de hacerlo, a través de un código de colores, de modo que el alumnado sepa identificar qué tipo de error ha cometido, pero que le permita reflexionar individualmente sobre cómo poder mejorarlo por él mismo, sin que el/la docente le proporcione la solución.




Retomando el tema de la evaluación formativa, me gustaría hacer una mención especial a la autoevaluación y a la coevaluación, puesto que en estos sistemas el alumno es el protagonista. Aunque ninguna de las dos son tipos de evaluación muy comunes en nuestro sistema educativo, pudimos ver en clase sus numerosas ventajas. Primeramente, la autoevaluación provoca que el alumno sea consciente de su propio proceso de aprendizaje y de cómo mejorarlo. Por supuesto, la autoevaluación es un arma de doble filo, debido a que implica responsabilidad y un nivel de auto reflexión muy elevado, algo que es difícil de conseguir, lo que implica que no sean del todo objetivas. Por otro lado, nos encontramos con la coevaluación, es decir, la evaluación entre el estudiantado. Quizá estamos un poco más acostumbrados a este tipo de evaluación, aunque en nuestro sistema educativo se usa puntualmente para la corrección de algún ejercicio. Considero que este sistema es más beneficioso que el sistema de autoevaluación, porque como dije anteriormente, reflexionar sobre tu propio trabajo no es tarea fácil. Ayudar a los compañeros, además, facilita el autoaprendizaje, puesto que clarificas ideas y conceptos que explicas a tus compañeros. Por supuesto, dar un feedback constructivo y objetivo tampoco es fácil, por lo que hay que asegurarse de que funcione. Como pudimos ver en un vídeo en clase, en EEUU este sistema de evaluación está muy normalizado, y además el estudiantado cuenta con unas pautas para realizar la tarea correctamente, lo que se conoce como Ladder of Feedback.





Además de estas pautas, al alumnado se le tiene que proporcionar un instrumento para poder evaluar, que generalmente es una rúbrica. De este modo, el alumnado sabe a qué criterios tiene que prestar atención para realizar las valoraciones y correcciones pertinentes. No hay que olvidar que también se puede hacer partícipe al alumnado en la creación de estas rúbricas, para que se sientan parte del proceso evaluador y a su vez, más motivados de cara a la realización de estas actividades evaluadoras. Incluso nosotros mismos, a modo de actividad prácticaelaboramos una rúbrica para evaluar nuestra actividad de mediación, algo que no resultó fácil ya que muchas veces caemos en meras escalas de valoración. Por supuesto que no solo tenemos que ceñirnos a este instrumento de evaluación, ya que hay otros instrumentos que podemos emplear (listas de control, cuestionarios, observación, portfolios, etc). Aquí os dejo un vídeo explicativo sobre los diferentes tipos de instrumentos de evaluación, por si queréis tener más información sobre ello.




En conclusión, este tema es un tema complejo a la par que necesario y nos será de gran utilidad para nuestro futuro en la docencia. Las actividades prácticas nos han hecho reflexionar sobre la importancia de planificar un buen sistema de evaluación, centrándonos en la evaluación formativa, que resultará en un mayor progreso en el proceso de aprendizaje del alumnado.




2 comentarios:

  1. ¡Buenas Ana! En tu entrada has sabido reflejar todo lo que vimos en clase perfectamente, así que enhorabuena. Asimismo, me gustaría dejar aquí una breve reflexión sobre la evaluación en general y sobre lo que has comentado de que el examen todavía sigue llevándose la mayor puntuación. No puedo estar más de acuerdo contigo, ya que pienso que, si bien hay actividades las cuales se evalúan de forma diferente, el examen o prueba final sigue siendo lo que más importa a los estudiantes. Este hecho está tan asumido que muchas veces, cuando se comenta que no hay examen, los estudiantes entran un poco en pánico pensando en cómo van a obtener sus notas. Sin embargo, considero que es nuestra tarea como docentes mostrarles que hay otras formas de conocer el proceso de su aprendizaje, e incluso algunas más beneficiosas como la coevaluación, como bien apuntas.
    ¡Saludos!

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  2. ¡Hola Ana! Antes de nada, enhorabuena por tu entrada, creo que está muy completa y muy bien explicado todo lo visto en clase.
    Estoy de acuerdo contigo en que la evaluación inicial es de vital importancia para poder adaptarnos al alumnado, ya que si no la tuviésemos en cuenta y marcásemos el nivel de clase muy alto, comenzarían a sentirse perdidos, y un nivel muy bajo los llevaría a aburrirse, además de que en ambos casos acabarían desmotivados/as.
    Por otro lado, me ha encantado tu reflexión acerca de la presión que siente el alumnado (y que yo he sentido durante toda mi vida de estudiante) por las calificaciones. Como demuestra el experimento de Ruth Butler, la nota absorbe a todo lo demás, y creo que es importante comenzar a cambiar esto, no solo por centrarnos en que el objetivo sea mejorar y no conseguir la mayor nota, sino también para evitar la ansiedad y competitividad que esta calificación numérica causa y ha causado siempre entre los alumnos y alumnas.
    Para último, también me ha gustado mucho el código de colores que Cristina utiliza con su alumnado, y me parece una buena técnica para que los alumnos/as tomen una parte activa en sus correcciones, no que simplemente lean los fallos que muy posiblemente olvidarán poco después. ¡Trataré de utilizarlo en un futuro!
    Enhorabuena de nuevo por la entrada y un saludo :)

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