¡Bienvenidos/as de
nuevo! Hoy me gustaría tratar el tema 11 de la asignatura de Didáctica, que
versa sobre los distintos tipos de evaluación, así como el uso de rúbricas como
instrumento evaluador.
La evaluación es uno
de los elementos cruciales del ámbito educativo. Así, podemos definir la
evaluación como la recogida sistemática de datos para tomar decisiones dentro
del proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, todavía a día de hoy, se sigue
reduciendo en muchas ocasiones la evaluación al mero hecho de calificar, aunque
la calificación solamente es una de los varios elementos que conforman la
evaluación. A pesar de esto, con el tiempo se ha ido modificando la idea que se
tiene de evaluación.
Dentro de la evaluación, podemos distinguir tres tipos. Primeramente, la evaluación inicial o diagnóstica, aquella que se hace a principio de curso para detectar la situación de partida del estudiantado. En mi opinión, esta evaluación es de vital importancia para poder ofrecer la propuesta educativa que mejor responda a sus necesidades y características. En segundo lugar, la evaluación formativa, monitoriza el aprendizaje del alumnado para proporcionar feedback continuo y ayudar a localizar los puntos fuertes y débiles del alumnado, de modo que el profesorado pueda ajustar sus metodologías para su mejora. Finalmente, nos encontramos con la evaluación final o sumativa, que como su propio nombre indica, es la evaluación final del proceso de enseñanza-aprendizaje, en la que el profesorado califica al alumnado conforme a los resultados obtenidos durante el curso. Aquí os dejo una página que resume muy bien el concepto de evaluación y sus elementos.
De estos tres tipos, la evaluación formativa es la más importante, puesto que tiene como objetivo que el alumnado mejore en su proceso de aprendizaje, y para ello, es necesario conocer las necesidades de cada alumno. Desafortunadamente, como mencioné al principio, este sistema de evaluación todavía tiene amplio margen de mejora, ya que el sistema de evaluación por excelencia sigue siendo la evaluación final. Aunque es cierto que el trabajo de aula sí tiene un peso en la nota final, siempre es el examen lo que se lleva mayor porcentaje, aún a sabiendas de que un examen no determina el nivel de conocimiento del alumno sobre esa asignatura/tema concreto, y tampoco ofrece un feedback descriptivo que permita al alumno mejorar de cara a la próxima prueba. Es por esto que en clase estuvimos discutiendo las diferentes maneras de dar cuenta de los resultados. Destacamos como más ventajosas las reuniones, informes de progreso, listas de control y comentarios por escrito, ya que permiten al alumnado darse cuenta de sus errores y mejorar progresivamente.
Retomando el tema de la evaluación formativa, me gustaría hacer una mención especial a la autoevaluación y a la coevaluación, puesto que en estos sistemas el alumno es el protagonista. Aunque ninguna de las dos son tipos de evaluación muy comunes en nuestro sistema educativo, pudimos ver en clase sus numerosas ventajas. Primeramente, la autoevaluación provoca que el alumno sea consciente de su propio proceso de aprendizaje y de cómo mejorarlo. Por supuesto, la autoevaluación es un arma de doble filo, debido a que implica responsabilidad y un nivel de auto reflexión muy elevado, algo que es difícil de conseguir, lo que implica que no sean del todo objetivas. Por otro lado, nos encontramos con la coevaluación, es decir, la evaluación entre el estudiantado. Quizá estamos un poco más acostumbrados a este tipo de evaluación, aunque en nuestro sistema educativo se usa puntualmente para la corrección de algún ejercicio. Considero que este sistema es más beneficioso que el sistema de autoevaluación, porque como dije anteriormente, reflexionar sobre tu propio trabajo no es tarea fácil. Ayudar a los compañeros, además, facilita el autoaprendizaje, puesto que clarificas ideas y conceptos que explicas a tus compañeros. Por supuesto, dar un feedback constructivo y objetivo tampoco es fácil, por lo que hay que asegurarse de que funcione. Como pudimos ver en un vídeo en clase, en EEUU este sistema de evaluación está muy normalizado, y además el estudiantado cuenta con unas pautas para realizar la tarea correctamente, lo que se conoce como Ladder of Feedback.
Además de estas pautas, al alumnado se le tiene que proporcionar un instrumento para poder evaluar, que generalmente es una rúbrica. De este modo, el alumnado sabe a qué criterios tiene que prestar atención para realizar las valoraciones y correcciones pertinentes. No hay que olvidar que también se puede hacer partícipe al alumnado en la creación de estas rúbricas, para que se sientan parte del proceso evaluador y a su vez, más motivados de cara a la realización de estas actividades evaluadoras. Incluso nosotros mismos, a modo de actividad práctica, elaboramos una rúbrica para evaluar nuestra actividad de mediación, algo que no resultó fácil ya que muchas veces caemos en meras escalas de valoración. Por supuesto que no solo tenemos que ceñirnos a este instrumento de evaluación, ya que hay otros instrumentos que podemos emplear (listas de control, cuestionarios, observación, portfolios, etc). Aquí os dejo un vídeo explicativo sobre los diferentes tipos de instrumentos de evaluación, por si queréis tener más información sobre ello.